El nombre de éste lugar obliga a aclarar que su nombre no alude a una plaza pequeña, sino –cariñosamente- a un espacio comercial en donde los visitantes pueden encontrar una gran infinidad de artículos del hogar y personales que deseen.
Los comercios que se encuentran ubicados en La Placita tienen algo en particular, ya que ellos no presentan sus mercaderías en vidrieras, como lo hacen los locales céntricos de la ciudad de Posadas; sino que los productos están al alcance de la mano del visitante. Cuando se acerca algún viandante al lugar, es muy común que se logre escuchar por parte de los vendedores una insistencia a comprar algo, con sus tradicionales frases: Señora, que anda buscando…, pregunte nomás…, mire sin compromiso…, entre otras. Estas frases hacen que el visitante se quede mudo y complacido ante la simpática insistencia, o que se acerque a comprar algo aunque no lo necesite.
Cuando las personas llegan al Mercado La Placita quedan sorprendidas por la gran variedad de productos en oferta que observan. Es una mezcla de todo, que va desde el olor de la chipa de la mañana; pasando por las voces de los vendedores, los cuales muchas veces logran aturdir a sus visitantes insistiéndoles a que compren algo; llegando a la contaminación visual que tiene el cliente porque ve todo y al mismo tiempo no logrando apreciar nada, y finalizando con el aroma del asado del mediodía. Con el paso del tiempo, la Placita se fue transformando en un lugar muy concurrido, no sólo por los ciudadanos de Posadas sino por turistas nacionales y aun extranjeros.
Finalmente, -la Placita- se ha convertido en otro de los hitos emblemáticos y de referencia de la ciudad de Posadas